Cuarenta años han pasado desde el lanzamiento de «A Saucerful of Secrets», segundo álbum de la banda inglesa Pink Floyd, último en donde participa el enorme Syd Barret y primero en donde participa su sustituto, David Gilmour. O sea, el único disco de la banda en donde aparecen sus 5 integrantes.
Con el lanzamiento de «The Piper at the Gates of Dawn», Pink Floyd logró su primera explosión mediática y artística, en lo que se considero además, como uno de los mejores álbumes debut de cualquier banda. A pesar de este relativo éxito, el problema que suponían los constantes y desmedidos abusos de las drogas por parte de su lider, Syd Barret, eran un problema ya casi insostenible para la banda. Actuaciones en vivo que no podían terminar, giras a medio hacer, ensayos suspendidos, canciones que sonaban de una manera u otra dependiendo del viaje de Syd y una tremenda inestabilidad emocional, estaban poniendo en peligro el proyecto y la continuidad de la banda.
Todo esto (y más), decanto en la única salida posible para la banda, desvincular a Barret de Pink Floyd, e integrar definitivamente a Gilmour (amigo de Barret y que ya estaba siendo presentado como un miembro más cuando Syd no estaba) en su reemplazo. El disco comenzó a grabarse con la formación original de los Floyd, pero su ya deteriorado líder, no pudo continuar, a raíz de este hecho, el disco tiene solo tres canciones en donde él participa.
No cabe dudas de que es un disco técnicamente imperfecto, debido a todo lo que se comentó con anterioridad…pero también es una obra de arte incomprendida por muchos (hasta por su productor, que no entendía como se pasaban tanto tiempo tocando «sonidos ridículos) y que por suerte, hoy tiene el sitial que le corresponde, imprescindible.